La vivienda se compone formalmente mediante un volumen apoyado sobre dos pórticos. Este volumen principal alberga los usos de noche, por ello se usa la madera como piel, para darle calidez interior e intimidad, destacándolo sobre el conjunto blanco, que busca reminiscencias mediterráneas.
Se juega espacialmente con los espacios que libera este volumen "de noche", generando dobles alturas en el espacio inferior de planta baja que ocupan los salones y comedores. El acceso se produce mediante un pórtico que se materializa con una fina chapa blanca que recoge el ámbito de entrada y una plaza de aparcamiento.